Al otro margen del río al que orilla El Rompido, en su costa atlántica, se inauguró en 1929 el Real de la Almadraba, recinto concebido para alojar a las 200 personas que requería la pesca del atún rojo entre los meses de febrero y septiembre; llegando a ser, durante 33 temporadas, el enclave más productivo de la costa onubense con la captura de unos 7.600 atunes por año.
Después de la interrupción por bajo rendimiento en 1960, y una reactivación fallida en 1961, cerró definitivamente en 1963.
Un año, sin saber exactamente por qué, las previsiones fallaron. Desaparecieron los atunes, y, al poco, el trabajo de 200 pescadores dejó de tener sentido.
Una vez vacío, aquel lugar que albergó durante más de tres décadas una actividad febril, pasó al olvido y la dejadez más absoluta.
(Fotos tomadas en el año 2014)
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